Sting: My Songs Tour

Dec
16
2023
Pamplona-Iruna, Sp
Navarra Arena
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La leyenda de Sting deslumbra al Arena - El público que llenó el pabellón cantó y disfrutó al son del músico británico...


Una leyenda encantó este sábado 16 de diciembre al Navarra Arena. Uno de los nombres fundamentales del rock en el mundo, Sting, repasó algunos de sus temas más conocidos ante más de 8.000 personas, que quedaron encandiladas por las armonías de los temas del músico británico.


Los más madrugadores entre el público se acercaron al Navarra Arena de forma muy espaciada desde la apertura de puertas a las 20 horas y sin tener que hacer colas.


La primera cita era la de Joe Sumner, hijo del propio Sting, que aunque lleva años en el mundo de la música como bajista y cantante del grupo Fiction Plan, a Pamplona vino a presentar las canciones de su primer álbum en solitario Sunshine in the Night.


Salió a escena a las 21.15 horas saludando en español: “Buenas noches, Pamplona. Vengo a tocar mis canciones”. Con un gran parecido a su padre, más en lo físico aunque en lo vocal, también transmitió un repertorio a guitarra y voz, aunque con el apoyo sonoro de toda una base instrumental, coros incluidos en un estilo pop-rock muy mainstream.


Para las 21.20 horas el Navarra Arena se había llenado en un 80% de público de todas las edades, mayormente de personas por encima de la cuarentena, aunque también había familias enteras con hijos pequeños de 10 o 12 años.


Joe exhibía carácter y simpatía en sus cortas intervenciones hablando en castellano. La temática de algunas de sus canciones estuvieron dedicadas a su familia, mujer e hijos, como Juliet o Jellybean, con algunos fraseos y a modo de proyectar la voz muy al estilo de su padre. En el tema Hope ya salieron al escenario para acompañarle en voces y percusiones ligeras varios músicos de la formación de su padre.


Y sí, Gordon Matthew Thomas Sumner Sting salió al escenario con puntualidad británica, a las 22 horas según lo previsto, con uno de los grandes clásicos no ya de The Police sino de la historia de la música popular como es Message in a Bottle. Apoyado por lo que a priori cabía esperar, sonido excelente bien balanceado en los detalles y planos sonoros, Sting lucía una percha estupenda a sus 72 años, con su bajo Fender Sting Precision Bass Artist Series descascarillado que data del año 1957.


La iluminación era espectacular, apoyada por grandes momentos de realización audiovisual en ambas pantallas de vídeo que flanqueaban el escenario.


Fue fantástico el seguimiento del público en el maravilloso Englishman in New York con una armónica haciendo las veces del famoso fraseo del clarinete. Todo el mundo cantó, también los más jóvenes, los coros del Every Little Thing She does Is Magic, incluidos los “Iyoho, Iyoho”.


Después de una versión mucho más soul que la conocida de If You love Somebody set them free, aprovechó para presentar a la banda y saludar en castellano: “Buenas noches, Pamplona. Estamos muy contentos de estar aquí, es la primera vez”, continuó con el conocidísimo tema de The Police Spirits in the Material World, exhibiendo esa línea tan espectacular de bajo que le ha otorgado el don de ser uno de los mejores temas del trío en su trayectoria.


En pistón rítmico bajó un poco para afrontar la balada medio tiempo The Hounds of Winter con unas espectaculares intervenciones de la corista Melissa Mussique, en un aire muy soul-gospel. El concierto que calcó el repertorio que había tocado el viernes en Madrid y en otros momentos de su gira, siguió con el tema If I Ever Lose My Faith in You en el que Sting volvió a lanzar al respetable en los coros.


Le acompañaban en el concierto Dominic Miller (guitarra), Josh Freese (batería), Rufus Miller (guitarra), Kevon Webster (teclado), Shane Sager (armónica) con Melissa Musique y Gene Noble (coros). Dominique dejó la guitarra eléctrica para acompañar y protagonizar en parte la maravillosa balada -sin duda una de las mejores de toda su carrera- Fields of Gold.


Y con esas ganas de dejar espacio y protagonismo a sus músicos le preguntó a su armonicista Shane Sager si era capaz de emular a Stevie Wonder en el tema Brand New Day (como sucedió cuando en su día publicó la canción). Shane contestó con un templado pero rotundo “sí”. Lo hizo en otra exhibición de armónica. Ese in crescendo emocional y musical subió aún más si cabe con el gran final gospel soul de Heavy Cloud No Rain con la rompedora Melissa. Le siguió otra inspiradísima Shape of My Heart para que su otro vocalista, Gene Noble, se luciera cantando esa letra perturbadora y doliente que en traducción al castellano dice: “Él reparte las cartas para encontrar la respuesta. La sagrada geometría de la oportunidad. La ley oculta del resultado probable... los números conducen una danza...” Era un concierto en el que la belleza del sonido te llevaba de la mano y al público no le quedaba más que gritar de emoción, asombro y empatía con el aguijón de la música popular.


Después de la bella Why Should I Cry for You? llegó el momento de All this time para que el concierto ganara en cadencia rítmica. Las velas se encendieron en la pantalla central con la hermosa A Thousand Years, que Sting aprovechó para cantarla sentado en una banqueta alta...


Imagen y sonido iban de la mano en un concierto de factura técnica realmente espectacular, de tratamiento artístico exquisito. Así fue con otro tema de The Police, el Walking on the moon que fue girando rítmicamente al reggae con los coros lanzados para empalmar espectacularmente con So lonely -tema germinal de la primera época de The Police- muy coreado por el público.


So loney creció y creció. Sting en uno de esos giros estilísticos lo llevó también al reggae para parafrasear y homenajear uno de los temas más conocidos de Bob Marley.


En las pantallas las imágenes se fundían en tres o cuatro capas simultáneas tanto de las cámaras que captaban las evoluciones de los músicos como los motivos ornamentales figurativos. Fue el momento de la hermosa y étnica Desert Rose. Y le siguió King of pain, en la que su hijo Joe salió al escenario para acompañarle en los coros y protagonizar como primera voz la última parte de la canción. La guitarra seguía haciendo de las suyas en los riffs y punteos y Sting dirigía sus misiles emocionales de la armonía cómo y a dónde quería.


Y sí, llegó el momento final con Every Breath You Take que tuvo un in crescendo imparable con una iluminación espectacular y una realización visual a la misma altura. El público enloqueció e hizo todo lo que el gran Sting le iba pidiendo en armonías y coros. Fue un final hermoso que volvió a dibujar un sonido espectacular, detallista y muy bien medido en presión sonora.


El saludo de todos los músicos de la mano a borde de escenario les llevó en un pequeño espacio de tiempo, menos de dos minutos, a bambalinas. Pero tenían prestos los bises y el primero fue la tremenda Roxanne, en la que nuevo se convirtió en un espectáculo de nuevas armonías con un puente mas improvisación reggae fantástica para derivar a un tremendo rush final.


Para el último bis cambió su viejo bajo por la guitarra acústica para dedicarnos una delicada y exquisita Fragile. Perfecta voz y afinación, precioso el punteo que él mismo resolvió y un gran final para un concierto de enorme categoría.


Sting, fiel a su fama, estuvo a la altura de las expectativas. Él, y por supuesto todos sus magníficos músicos y su equipo técnico, protagonizaron un excelente espectáculo.


Sting, un mito en perfecta forma física y vocal, un imprescindible en la música popular, protagonizó quizá el mejor concierto del Navarra Arena en este 2023.


(c) Diario de Navarra by Santi Echeverría


Sting encandila al Navarra Arena...


Las entradas se habían agotado con varios meses de antelación y no era para menos, pues la visita de Sting al Navarra Arena tenía todos los visos de convertirse en un evento histórico a recordar durante décadas. Hay que aclarar que en la pista se habían colocado sillas, por lo que el aforo no era el habitual de doce mil personas, sino que se quedó en las aproximadamente ocho mil. En cualquier caso, eso no resta ni un ápice de su valor a la cita. El que fuera miembro fundador, cantante y compositor de The Police llegaba a Pamplona inmerso en su gira My songs, con la que está recorriendo el mundo desde hace cuatro años. A sus setenta y dos años, el británico se encuentra cómodo con este espectáculo con el que repasa los grandes éxitos de su carrera, desde los inicios de su banda seminal, allá por 1977, hasta el último álbum que ha grabado hasta la fecha, titulado precisamente My songs, y en el que recreó quince perlas de su extensa trayectoria, adaptadas a sus actuales apetencias sonoras.


El público que abarrotó el Arena llegaba dispuesto a disfrutar de una figura mítica, perteneciente a esas irrepetibles generaciones que tanto y tan bueno han ofrecido al mundo de la música; se fueron ya David Bowie, John Lennon o Lou Reed, pero todavía nos quedan Paul McCartney, Mick Jagger, Keith Richards, Bob Dylan… o el propio Sting, que, salvando todas las distancias artísticas (y de edad, pues es algo más joven que los anteriores), también pertenece a esa época dorada del rock’n’roll en la que los artistas ocupaban un lugar especial en la vida de las personas. Antes que él actuó Joe Sumner, su hijo mayor, que lidera la banda Fiction plane, pero que en la actualidad está presentando su primer álbum al margen de la banda, Sunshine in the night. Es su debut en solitario, y en solitario se presentó, ataviado con una camisa de vaquero y armado con una guitarra acústica. Llevaba, eso sí, sonidos de bajos y baterías grabados y los fue disparando, por lo que el sonido no fue en absoluto desnudo. Joe guarda un gran parecido con su padre, tanto en el aspecto físico como, muy especialmente, en la voz. Se dirigió al público en español macarrónico, pero consiguió conectar y cosechar muchos aplausos, especialmente con su versión de Who do you love, original de Bo Diddley. En la última, Hope, salieron varios miembros de la banda de su padre a acompañarle con coros y percusiones.  


A las 22:00 estaba previsto el inicio de la actuación de Sting, y el británico fue puntual. Lo primero que llamaba la atención fue su aspecto, mucho más juvenil que lo que harían presagiar los setenta y dos años que cumplió el pasado 2 de octubre. Delgado, espigado, fibroso y musculoso, ataviado con pantalones ajustados y camiseta ceñida, con su pelo rubio ralo y su sempiterna mirada azul, abrió fuego con un clásico de The Police, Message in a bottle, con el que todo el pabellón se puso en pie. Nadie se sentó en la siguiente, Englishman in New York, uno de sus mayores éxitos en solitario. En ese primer tramo de concierto, abundaron los éxitos del grupo con el que se hizo célebre: Every little thing she does is magic, o Spirits in the material world.


El escenario era espectacular, como se había podido intuir durante la actuación de su hijo, aunque fue con Sting cuando lució en todo su esplendor. Elegantes focos que apuntaban a los músicos y al público, proyecciones en la parte trasera y dos grandes pantallas laterales para no perder detalle. Destacó también el sonido, exquisitamente bien ecualizado, que permitía paladear cada matiz de todos los instrumentos. La base de todo fue la marcada por el trío de guitarra, batería y el bajo de Sting, pero lo adornaron con unos teclados y tres coristas, uno de los cuales tocaba también la armónica (con efectos de otros instrumentos de viento).


La parte central del show estuvo centrada en sus discos como solista. La calidad del espectáculo se mantuvo, pero las canciones no eran tan conocidas y el público bajó de revoluciones. Aun así, en este tramo hubo pocos de mayor intensidad, como If I ever lose my faith in you, Brand new day (con Shane Sager emulando con la armónica a Stevie Wonder, con quien Sting interpretó esta canción hace años), o la magnífica balada Shape of my heart, que volvió a poner de manifiesto lo excelso del sonido. A cierre de esta edición, cuando el concierto superaba ya los sesenta y cinco minutos, el público seguía en pie, cantando y dando palmas. Y todavía quedaban por sonar los grandes himnos de Police (So lonely, Every breath you take, Roxanne...).


(c) Noticias de Navarra by Javier Escorzo



Sting, un señor inglés que también reinó en Navarra...


El bajista, a sus 72 años y con una gira de más de 300 conciertos que se prolonga ya cuatro años, sale aclamado de Pamplona con sus éxitos y con los clásicos de 'The Police'.


La RAE, hace unas semanas, incorporó al diccionario la palabra 'alien', entre otras, así que esta crónica ya puede usarla de modo legal para hablar del aplaudido concierto de Sting en el Navarra Arena de Pamplona de este sábado. Este 'englishman' de Wallsend, cerca de Newcastle y del muro de Adriano, no solamente ha pisado Nueva York sino que, a sus 72 años, ha girado con su My Songs Tour por más de tres centenares de ciudades de Europa, América y todo el mundo desde que arrancó allá por mayo de 2019. La visita a Pamplona cierra una breve estancia en España, donde no tiene agendado ningún evento en 2024 por el momento.


Desde varias horas antes del concierto, el Navarra Arena empezó a recibir un goteo de espectadores. Los establecimientos del recinto y los del cercano estadio del Osasuna estaban a reventar y no quedaba ninguna plaza de aparcamiento. Se habían reforzado las 'villavesas', los autobuses urbanos, y lograr una carrera en taxi era un milagro. La Policía Foral estaba desplegada en todo el perímetro. Los del 'merchandising' oficial buscaban hacer su agosto en diciembre con tazas a 20 euros y sudaderas a 90. Cualquiera que se arrimara a la taquilla recibía la visita disimulada de quienes querían colocar una entrada en la reventa a ultimísima hora. Los precios rondaban los 70 euros. Sting, en realidad Gordon Summer, dispuso de un gran montaje. Media docena de tráileres negros de cinco ejes y otros tantos autobuses de lujo matriculados en Austria conformaban su séquito. La expectación era tal que hasta había una ministra entre los presentes, la nueva titular de Seguridad Social, Elma Saiz.


Con puntualidad británica, a la hora anunciada (las 22.00 horas) Sting y su banda ya estaban sobre las tablas. De hecho, a las 21.58 las luces ya se habían apagado. 'Message in a bottle' fue la elegida para el arranque. El público de la pista, que tenía entradas numeradas en sillitas de plástico plegables, duró acomodado lo que tardó en darse cuenta de quedarse así iba a suponer no ver nada. La música siguió con 'Englishman in New York', con proyecciones del Empire State Building o el Chrysler en las grandes pantallas junto al escenario.


Hasta aquí duró el permiso de la organización a camarógrafos y fotógrafos para tomar imágenes del evento. ¿Por qué esas limitaciones si un altísimo porcentaje del público estaba grabando con sus móviles todos y cada uno de los sonidos salidos del bajo del artista? Esta crónica no puede tener una fotografía de la coloreada exhibición con 'So lonely' o de Sting llamando a su hijo para acompañarle en 'Every breath you take', un himno a los celos que celebra su cuadragésimo aniversario, pero todo eso ya circula en TikTok, Instagram o YouTube o quizás ha llegado a los lectores en forma de WhatsApp o Telegram.


El cantante buscó arengar a su público en castellano. Había practicado la noche anterior en Madrid. Esta gira ya ha pasado también por Bilbao o Vigo, al igual que por Canarias. Con todo, el idioma le sigue saliendo con acento italiano. Sting, en camiseta ceñida de manga corta, dio protagonismo a sus acompañantes casi uno por uno a lo largo de la velada. Y el público respondió con ovaciones a las habilidades de todos ellos. El hombre de pelo despeinado que antes del concierto vagaba en solitario por la zona de servicio resultó ser el guitarrista que remató un 'Fields of gold' muy aclamado.


Fue a las 23.23 cuando su primogénito de seis salió al escenario. Más bien fue un regreso. Joe Summer, en activo desde 1999, es el telonero del concierto principal en toda la gira. Una larga versión del 'Every breath you take' puso punto final al recital, pero el público, en pie y en euskera, le reclamaba 'Beste bat! Beste bat!'. Y hubo más. Se encendieron las luces rojas para 'Roxanne', el primer sencillo del primer disco de 'The Police'. A las 23.45, después de 90 minutos más el descuento, los asistentes empezaron a evacuar el Navarra Arena, que se desmontó rapidísimo para seguir son su rutina de pelota y otros deportes. La organización, en el 'backstage', no ocultaba su satisfacción por la calidad de sonido del concierto y la elegancia del señor inglés que reinó en Navarra por una noche.


(c) El Diario by Rioja Andueza

Comments
1
posted by Sue99
Congratulations
What winning reviews for the (almost) last performance of your 2023 Tour! Bravo!
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