Sting clavó su aguijón a sus 12 mil fans en el Palacio de los Deportes...
La ex Eurithmics Annie Lennox, una de las estrellas de la noche, hizo mover cabezas y pies del respetable Las expresiones de gozo casi derriban el coso Every breath you take, apoteósico
Sting clavó su probado aguijón a los 12 mil asistentes que festejaron la primera fecha del 'Sacred Love' World Tour, que el ex Police ofreció el lluvioso pasado lunes en el Palacio de los Deportes. Noche musical trepidante/ desbordante. Noche de rítmicos/ sofisticados juegos de luces. Noche de imágenes lascivas envueltas en negro, rojo y azul pastel. Noche de palomazo, en dos momentos precisos, y de humildad de la estrella al presentar a su excelente telonera: Annie Lennox.
Antes de los músicos estelares apareció Dominique Miller; el guitarrista deleitó unos 30 minutos a los pocos asistentes que llegaron a la hora pactada. Seis luces envolvían al músico, quien recibió estruendosos aplausos al final de cada tema; pero cuando se le acabo su tiempo frente al público, invitó a su amigo Sting para cantar 'Shape Of My Heart'; entonces el furioso público lanzó su primera gran ovación de la noche, y bramó con la versión acústica de uno de los mejores temas en solitario del más célebre ex policía.
Después de una pausa el domo de cobre se volvió a oscurecer. Apareció nuevamente Sting, tomó el micro y dijo: ''Para mí es un honor presentar a mi amiga, de talento extraordinario: con ustedes Annie Lennox'', quien soltó 'Legend In My Living Room' al momento que cayó el telón negro y dejó una cortina plateada. El inmueble lucía con muchos huecos, pero el público integrado igual por jóvenes que por adultos, en parejas o en grupo, estaba dispuesto a pasársela bien, así lo manifestó con la ovación con la que recibió a la señora de las cuatro enes custodiada por enormes lámparas cinematográficas.
Lennox con sus reminiscencias musicales ochenteras post Eurithmics, y sonido contemporáneo puso a mover las cabeza y los pies del respetable; además, con su figura estilizada sus poderosos movimientos de piernas, manos y caderas, condujo al público por sendas luminosas/ poderosas para despegarlo del piso cuando elevó su canto a la estratosfera. El público se lo agradeció con las palmas en alto.
La señora Lennox se discutió con 'Little Bird', la melcochona 'No More I Love You', con la que las parejas se fundieron y los que no sacaron los encendedores para aderezar la canción; además de 'Pavement Cracks' y 'Cold'.
Los intensos juegos vocales y los cambios frenéticos de Lennox continuaron desfilando por el Palacio, mientras las texturas luminosas la acompañaban e irrigaban el escenario rojo/plateado en colores que iban del blanco al azul. Lennox se dirigió al público antes de concluir con dos temas clásicos de Eurithmics: 'Sweet Dreams' y 'Why', ella dijo: ''Estoy feliz de estar aquí en México, en la ciudad de México que es fantástica. Gracias a todos''.
Durante media hora hubo mucho movimiento en el escenario, la espera fue recompensada cuando mister Sting apareció de impecable negro con guitarra en brazos. Comenzó con su nuevo sencillo pos discotequero 'Send Your Love', del nuevo disco que le da nombre a su tour mundial. Tres pantallas, a veces divididas en seis, ocho o 16 partes, lanzaron imágenes computarizadas a placer a los extasiados asistentes rafagueados con la voz de Sting, un piano trepidante, sintetizador, percusiones, batería y dos coristas negras, que en su momento probaron/ mostraron su instrumento ante el público. Las luces robóticas comenzaron su danza de arriba hacia abajo y de un extremo a otro.
Le siguió 'Synchronicity II' y 'Magic' con la que llegó uno de los mejores momentos de la actuación de Sting todo el público coreaba y el gozo generalizado provocó que se cimbrara la estructura del Palacio de los Deportes, pero nadie prestó mucha atención a eso, excepto los de las últimas filas quienes se quedaban viendo, pero continuaban brincando.
Otro de los momentos en que el respetable perdió la compostura fue en la rola cinco, 'We'll Be Together', cuando Annie Lennox salió al palomazo, y el coro en español de esta rola, de la cual hubo versión en ese idioma, se escuchó más que maravilloso: ''Si estamos juntos y si me dices que sííí''.
Sting continuó con un repertorio de corte fino para la satisfacción de los fanáticos que le profesaron demencial cariño en la velada: 'Seven Days'; 'Fragile', el segundo gran momento; 'Fields'; 'Sacred Love'; 'Englishman', otro de los temas más celebrados y emotivo, así como dos tres temas más.
Antes del encore, el momento apoteósico llegó con la versión extendida/deconstruida de 'Roxanne', por segunda vez el Palacio parecía caerse, pero por segunda vez nadie prestó mucha atención, pues disbrutaban de uno de los himnos ochenteros.
Cuando pareció que no podría estar mejor salió Sting y se discutió con 'Desert Rose', celebrada en todos los rincones, pero la verdadera apoteosis llegó con 'Every Breath You Take'. Nada ni nadie pudo empañar ese momento.
La actuación de dos de los músicos importantes de la historia del rock mundial quedó sintetizada por un desbordante fanático, Gerardo Avilés, quien opinó: ''Con Sting hay garantía de calidad, es de esos músicos que no pueden dar una mala actuación, está en el Olimpo de las leyendas de la música contemporánea. Además Annie Lennox no sé quedó atrás, aunque sabemos de su calidad y no se conoce mucho su trabajo de solista, contagió al público porque simplemente es buena. Fue un gran concierto''.
Al final sólo quedó el buen recuerdo inmediato de lo escuchado/ visto/ gozado que todavía taladraba amablemente ojos, oídos, epidermis y la lluvia, la lluvia, la lluvia.
(c) The La Jornada by Jorge Caballero